martes, 23 de julio de 2013

Polvetes Cósmicos III. Sandra.


Paula: Centro de operaciones del grupo de contingencia Polvos Celestes. Entrevista a la paciente número 14. Sandra, de 44 años de edad, casada y con dos hijos.
Paula: Sandra. Puede usted comenzar cuando quiera. Recuerde que lo que nos interesa es lo que ocurrió el día que se le llenó el jardín del polvo celeste.
Sandra: Sí. Bueno. La primera vez que vi el polvo fue poco después de levantarme. Abrí la puerta del jardín para ventilar el salón y me pareció que el porche estaba más mate que de costumbre. Pasé un dedo y era como un polvo gris azulado. Pensé que quizás era ceniza o algo parecido que había traído el viento. Lo barrería más tarde después de desayunar. Aun estaba medio dormida pero camino de la cocina me di cuenta de que me molestaba la camiseta de dormir. Era como si hubiera encogido. Volví al dormitorio a cambiarme y cuando me quité la camiseta y me miré en el espejo me di cuenta de que tenía las tetas más grandes de normal. A veces se me hincha el pecho cuando estoy ovulando pero nunca de aquella forma.
Me quedé un rato mirándome las tetas embobada. Estaban enormes. Redondas y firmes como si fueran a reventar. Era muy extraño pero me gustaba.
Miré a mi cama vacía. Qué pena que no estuviera mi marido. Había tenido que salir de viaje y no sabía si seguirían así cuando él regresara. Además me sentía caliente y si hubiese estado allí lo habría despertado con una sorpresa. Pero no estaba así que cerré los ojos y me acaricié.
Estaba muy sensible y mis propias caricias me hacían estremecer.
Ufff, necesitaba algo más que caricias.

Polvetes Cósmicos II. Bea.


Paula: Centro de operaciones del grupo de contingencia Polvos Celestes. Entrevista a la paciente número 35. Bea, de 20 años de edad, soltera.
Paula: Bea. Cuéntenos lo que ocurrió aquel día. Recuerde que lo que nos interesa es lo que ocurrió desde que cayó el polvo celeste.
Bea: Como ya le he comentado no sé exactamente cuando cayó el polvo.
Estuve de fiesta hasta muy tarde y, aprovechando que mi padre estaba de viaje y mi madre es más tolerante, llegué a casa de madrugada sobre las 6.
Yo no tengo coche pero me trajo a casa una amiga. Estaba un poco pedo y me acerqué a la puerta tambaleándome. No atinaba a meter la llave en la cerradura y me eché en un banco que hay en el porche a esperar que se me pasara un poco el mareo.
Creo que me quedé un poco adormilada y fue entonces cuando comencé a sentir cosas raras.
Recuerdo que no estaba cómoda y tenía sensación de ahogo. Me arranqué los botones de la camisa al intentar abrírmela para respirar pero conseguí hacerlo y sentirme más cómoda. Después, pasado un rato comencé a tener sueños muy calientes. En uno de esos sueños estaba cabalgando sobre una dura polla mientras me pellizcaba los pezones. Sentía que estaba al borde del orgasmo pero no conseguía alcanzarlo. Todo estaba borroso y yo intentaba ver la cara de quien me estaba follando pero cuando parecía que lo iba a ver, todo se volvía más confuso. Cuando por fin parecía que me iba a correr me desperté en el suelo del porche. Me había caído del banco y estaba bañada en sudor.

viernes, 12 de julio de 2013

Polvetes Cósmicos I. El informe.


Me llamo Paula Hernández, soy médico endocrino y grabo esta cinta para asegurarme de preservar la información que contiene por si me ocurriera algo antes de que pueda darla a conocer públicamente.
Hasta hace unos meses trabajaba en un hospital público como especialista en endocrinología además de tener una consulta privada en mi domicilio. Soy bastante conocida por haber publicado un par de libros sobre la influencia de las hormonas en el comportamiento racional y haber participado en algún programa de televisión.
Mi vida dio un giro un domingo por la mañana cuando sonó el timbre de la puerta.
No esperaba visitas así que pensé que sería algún vecino para pedirme algo. Abrí la puerta y me encontré con dos señores que me mostraban una identificación oficial. Eran miembros del Centro Nacional de Inteligencia.
Me explicaron que había un tema de seguridad nacional que requería la intervención de un experto en endocrinología y que yo había sido la escogida por los responsables de la operación. Yo me quedé pasmada. No entendía muy bien qué tipo de problema podría resolver yo que afectara a la seguridad nacional pero viendo que aquellos hombres no me iban a explicar gran cosa decidí acompañarles.

miércoles, 10 de julio de 2013

Todo por mi yerno III


Al día siguiente me desperté temprano y decidí que tenía que hablar con mi yerno sobre lo que había ocurrido así que preparé una pequeña lista de cosas para comprar y pedí a mi hija que fuera a comprarlas sabiendo que tardaría un buen rato.
Cuando salió fui nerviosa al salón y desperté a mi yerno que aun dormía como el día anterior con un notable bulto en sus calzoncillos.
Tras darnos los buenos días le dejé que se espabilara y que se levantara. Le dije que teníamos que hablar,  asintió, se levantó y se puso a mi lado  cruzando sus brazos y esperando que yo hablara.
Estaba muy nerviosa y no sabía cómo empezar.
Suegra: Creo que lo que pasó ayer en la ventana es algo que no está bien y que no debes volver a hacer. No entiendo cómo se te ocurre hacerme algo así estando mi hija al lado. No dije nada para no crear una situación desagradable.
Él estaba muy tranquilo, parecía contener una leve sonrisa y cuando terminé de hablar me miró a los ojos y me puso su mano en el brazo acariciándome con mucha seguridad.
Yerno: Suegra, hace tiempo que tenía que haber hablado contigo. Tu hija y yo tenemos algunos problemas. Ella no siente interés por el sexo desde hace años y yo aun soy un hombre joven y con necesidades. He estado tentado de buscar una amante pero me da miedo por todos los problemas que eso puede traer consigo porque yo no quiero separarme de Ana ni de los niños.
Tú también sigues siendo joven, no tienes pareja, me gustas mucho y nunca harías nada que perjudicara a tu hija.
Perdóname… ayer se me fue la cabeza y no me pude contener pero debes entenderme… eres la candidata perfecta.

Todo por mi yerno II


Por la mañana me desperté con el sonido del calentador de gas. Alguien se estaba dando una ducha. Me levanté me puse una bata y me acomodé el pelo antes de salir del dormitorio. El piso era pequeño y solo había un baño así que tendría que esperar. Al salir al salón me encontré con un panorama que no esperaba. Aunque mi hija había levantado ya las persianas, mi yerno aun estaba dormido, boca arriba y ocupando casi todo el sofá. Llevaba unos bóxers amplios de algodón y se ve que tenía una erección matinal porque se le notaba un buen bulto en la entrepierna.
No pude evitar sonreír pícaramente y me acerqué al ventanal del salón rodeando el sofá. Quería ver aquello más de cerca pero si me descubrían podría decir que iba a abrir la puerta para que se ventilara el salón. Cuando estaba delante de la cristalera me giré un poco para poder ver mejor a mi yerno que estaba justo detrás de mí. Aun respiraba profundamente así que no creí que se despertara con mi presencia. Yo solo quería mirar, tenía una curiosidad malsana. Primero le mire a los ojos para asegurarme, luego recorrí su cuerpo lentamente hasta llegar a la causa de mi curiosidad. El bóxer era de algodón blanco y la tela se le pegaba a la piel de forma que el bulto tenía la forma de una hermosa polla.  La tenía morcillona y, sin ser enorme, no estaba mal de tamaño. Para mí desde luego era perfecta. Me quedé mirándola unos segundos absorta hasta que sentí un pequeño escalofrío que me regresó al mundo.

Todo por mi yerno I


Recordando ahora lo que he vivido en los últimos años me doy cuenta de lo fácil que es que un pequeño acontecimiento cambie tu vida para siempre de un modo impensable.
Hace dos veranos mi hija Ana lo estaba pasando un poco mal. Ella trabajaba como dependienta en la perfumería de una de mis hermanas y su empleo no peligraba pero su marido Ángel tuvo que cambiar de empresa porque desde hacía unos meses estaban teniendo problemas para pagar su sueldo. Tras el verano consiguió un nuevo empleo pero durante unos meses estuvieron pasándolo bastante mal a nivel económico.
En Julio mis nietos iban a estar en un campamento de verano y como sabía que mi hija ese año no tenía para costearse unas vacaciones la invite a pasar unos días a mi apartamento de la playa en Almería junto con su marido.
Normalmente ellos solo venían a pasar el día porque mi apartamento solo tiene un dormitorio pero, en aquellas circunstancias y al no estar mis nietos, pensé que podríamos apretarnos un poco. Obviamente mi intención era dejarles mi dormitorio y dormir yo en el salón, en el que tengo un cómodo sofá cama, pero ni mi hija ni mi yerno consintieron que fuera yo la que se sacrificara, así que finalmente ellos se quedaron en el salón.
No lo he dicho pero yo soy separada. Un buen día decidí que estaba harta de mi marido y que para estar mal acompañada prefería estar sola. Separarme supuso un gran alivio y, aunque a veces la soledad pesa un poco,  lo llevaba bien y el sexo era algo en lo que apenas pensaba sobre todo porque no me aportó demasiado cuando estuve casada.

El ladrón de bragas III


Ya daba por hecho que mi admirador secreto seguiría obsequiándome con sus copiosas corridas y a duras penas podía concentrarme en las tareas domésticas.
Mi tendedero pasó a tener alguna braguita sexy colgada de forma permanente como una ofrenda diaria a la espera de obtener mi recompensa, una ración de leche de un joven macho. Me excitaba sentirme deseada y provocar las incursiones de mi admirador y de forma inconsciente mi comportamiento se fue volviendo más sensual incluso cuando no me exhibía en la piscina. Sencillamente me sentía sexy y me gustaba la sensación.
Pasaron unos días durante los cuales y de forma intermitente continué encontrando mis braguitas llenas de lefa, ¡uhmmm!.
Si mi hijo estaba en casa me encerraba en el baño de mi dormitorio para masturbarme, y si no estaba lo hacía directamente sobre mi cama, a veces con ayuda de un pepino o lo que encontrara a mano que me hiciera sentir penetrada. Nunca había tenido un consolador y a estas alturas me sentía incapaz de entrar en un sexshop a comprarme uno.
Una noche los jóvenes vecinos organizaron una gran fiesta y el sonido de la música procedente de su jardín invadía mi casa. Había bastante claridad y supuse que habían instalado unos focos provisionales para dar luz a la fiesta. Era el momento de ser yo la que espiara. Mi hijo Luis estaba viendo una película así que estaría un rato entretenido con la televisión. Aproveché, salí al jardín y busque un claro en el seto que separaba las parcelas para ver lo que ocurría en la fiesta. Hacía algo de calor, era una buena noche y las chicas estaban en bikini casi todas y los chicos en bermudas con el torso desnudo. Algunos bailaban y otros simplemente conversaban. Aun era temprano y por el momento no se veían indicios de que aquello terminara en una orgía o algo parecido.
Miraba aquellos cuerpos semidesnudos y pensaba… que maravilla, que bonito es ser joven y que desperdicio. Si pudiera volver veinte años atrás y estar en esa fiesta iba a estar muy poco tiempo hablando.